Varios de nuestros adolescentes de la comunidad de jóvenes han participado de la peregrinación diocesana a Guadalupe organizada por la Delegación de juventud el fin de semana del 26 al 27 de octubre.
El itinerario comenzaba el sábado a primera hora de la mañana saliendo en autobús desde la estación de Leganés central junto al resto de parroquias de Leganés. A la llegada a Alía (Cáceres), el pueblo desde donde se comenzaría la peregrinación, se tuvo una jornada de encuentro con otros adolescentes con Eucaristía, juegos, catequesis, Hora Santa y velada. A la mañana siguiente comenzaba la peregrinación, que concluyó por la tarde con la celebración de la Eucaristía en el santuario mariano, presidida por nuestro obispo auxiliar D. José María.
Itziar, una de las peregrinas ha querido compartir con nuestra comunidad parroquial el testimonio de esta experiencia.
Yo era la primera vez que hacía una peregrinación. Ha sido una experiencia inolvidable, compartir momentos, historias, y situaciones con gente que no conocía, con la que se ha hecho el camino más ameno y divertido.
Me quedo con todo lo vivido, pero la entrada al pueblo y en la basílica de Guadalupe cantando todos juntos, fue un momento muy especial y emocionante.
Repetiría una y mil veces. Gracias por dejarme vivir esta experiencia.Itziar R. M.
Samuel, catequista de la comunidad de jóvenes y responsable del grupo durante la peregrinación también nos comparte su testimonio.
Hola, soy Samuel, un chico de 19 años que hizo la peregrinación a Guadalupe con la diócesis como responsable de mi parroquia. Esta es mi experiencia.
Todo empezó con reuniones en las que poco a poco me animaba más, e intentaba animar yo más a los jóvenes de mi parroquia, porque yo mismo estaba animadísimo por ir. El día que salimos (que fue bastante pronto), yo estaba muy contento porque ya era hora de emprender este bonito viaje con diferentes parroquias, tanto para conocernos como para reflexionar de nuestra fe y de por qué estábamos allí.
En el trayecto de ida fue muy bonita la encomendación del viaje y el comienzo con dinámicas para conocernos. Fue increíble ver que chicos de entre 13 y 16 años, llegan a vivir la fe de una manera muy personal y que no tienen miedo a contarlo. Tuvimos un ratillo largo de canciones en las que parecía que nos íbamos todos para cantar.
La llegada a Alía fue rara porque no podíamos hacer mucha cosa porque empezó a diluviar. Estábamos mojados (no mucho), pero en el momento que empezó la misa, en mi cabeza fue, «este es el momento, en el que comienza esta historia, está peregrinación». Las canciones eran increíbles te ayudaban a meterte dentro de la misa. A la tarde tuvimos juegos en los que con otras parroquias me hice amigos increíbles, de estos que viven la fe como yo.Antes de cenar tuvimos las vísperas que debo recordar que para mí fue el segundo mejor momento de la peregrinación, con esas canciones, con el Señor expuesto, todos en silencio. La verdad que increíble. Después un juego y a la cama, porque mañana empezaba lo que para nosotros peregrinos era a lo que veníamos, que era peregrinar andando, aunque ya lo habíamos empezado.
El día no pudo empezar mejor. Levantarse directamente del saco y arrodillarse ante el Señor para dar gracias por día que nos iba a dar. Todo esto gracias a que dormimos en la iglesia.Como todos los días, empezamos con las laudes antes de andar. Yo tenía muchísimas ganas, cogí la guitarra y todo para animar la marcha, pero me cansé, y me puse a hablar con los chicos, de que les gustaba y demás, ya que el compartir con otros experiencias nuestras nos ayudan a acercarnos poco a poco más a Dios. A mí en su momento también me ayudó para centrarme en que era lo que quería, el momento de compartir el agua que quedaba, el dejar de beber yo para dárselo a mis muchachos. La verdad, no es un sacrificio muy grande, pero seguro que a nadie le gusta la sensación de sed después de andar hasta las cuatro de la tarde ¿verdad? pues ese era yo jajaja, aunque no duró mucho el agua. El camino fue muy sencillo, nos paramos a rezar el rosario en una ermita que había en el camino, y luego continuamos hasta comer. Y de aquí poco más, lo típico de la experiencia de hablar con los chavales y demás. Pero hablemos de la llegada a Guadalupe.
La llegada fue de película, todos cantando, con ganas de entrar allí a ver a nuestra madre. Se me ponía la piel de gallina, sonreía de lo feliz que estaba en ese momento, que no fue por dejar de andar. Los chicos me habían transmitido una felicidad al verlos a todos unidos por una misma causa y motivo. Allí empezamos una misa preciosa, y finalizamos viendo a nuestra madre. Teníais que ver a todos los chavales que eran haciendo fila para poder pasar a verla, era espectacular.
A la vuelta en el bus compartieron testimonios bastante bonitos. Yo compartí con los chicos la música con la guitarra durante todo el viaje.
En este viaje Antonio nos dijo que a qué habíamos ido, que si solo era por andar, que allí no hacíamos nada. Yo ya sé por lo que fui.
Yo fui para compartir mis ganas de aprender de los demás, mi forma de compartir lo que tengo, y sobre todo el cuidar de los demás.
No fui solo por ver a la Virgen, si no por todo eso, porque eso es lo que más me llena, y de los mejores recuerdos, me llevo las canciones, las fotos, las sonrisas y las palabras de los curas, diáconos y seminaristas.Gracias a todos, una experiencia inolvidable.
Samuel P. G.
Damos gracias a Dios por esta experiencia de fe, par que les ayude de la mano de María a seguir al Señor.